Tuesday, May 24, 2011

Colonialismo y subordinación en Nabarra (9)

El nuevo opio del pueblo
Alots Gezuraga (Marte)


Escribió un insigne alemán que “la religión es el opio del pueblo”, hoy no es así, al menos no lo es mayoritariamente. Hoy, el lugar de la religión, lo han ocupado los partidos políticos y las elecciones. El pueblo ha quedado adormilado por algo a lo que han llamado pomposamente “democracia de partidos o partitocracia” y descansa su poder en el sueño de los justos. En este modelo de gobernación, no hay problema que no se pueda resolver “dialogando hasta el amanecer” o “seduciendo al contrario”, siempre y cuando se renuncie previamente a la violencia, en realidad se refieren a la “violencia armada” de los pueblos sometidos, pues un Estado sin violencia o la política sin violencia es como un bocadillo sin pan: algo imposible.

La cuestión es quién marca el campo y las reglas de juego. En democracia, todos los sujetos políticos deben de aceptar las reglas de juego previo paso a comenzar las elecciones. Es decir, para que el sistema no sea una imposición encubierta, los participantes deben de poder elegir participar o no, en caso de no ponerse de acuerdo, cada cual debe de poder seguir su camino, sería el derecho de autodeterminación de los pueblos equivalente al derecho de autodefensa de los individuos, es decir, es el primer derecho, un derecho inalienable, no discutible e inherente a todos los pueblos, su negación es sinónimo de totalitarismo, de falta de libertad, de inexistencia de democracia.

Cuando un pueblo participa en unas elecciones junto a otro pueblo el cual le niega el derecho de autodeterminación: está cavando su tumba. Sólo es cuestión de tiempo que el pueblo capaz de ejercer una mayor violencia o fuerza (el pueblo imperialista y/o su gobierno), termine exterminando al pueblo que intenta someter violentamente a su voluntad (el pueblo colonizado), pues esta situación de negación del derecho de autodeterminación de un pueblo a otro -o derecho de autodefensa-, sólo es posible cuando se da una invasión y un control militar imperialista previo.

En nuestro caso, el proyecto inconcluso de una España de españoles y no de naciones invadidas y sometidas a la corona común castellano-aragonesa, es un proyecto reciente en el tiempo pues sólo tiene dos siglos, pero, tras cobrarse sus primeras víctimas (como el pueblo andalusí o el aragonés), sigue como una apisonadora por encima del Derecho Internacional de la ONU, el cual, tras la sentencia del 15 de julio del 2010 de la Haya, no define el sujeto del derecho de autodeterminación más que cómo cualquier pueblo que se haga valer ante su equivalente imperialista, es decir, ante la violencia imperialista, todo pueblo tiene derecho a su autodefensa hoy y ahora.

Si lo aplicamos a nuestro pueblo, el pueblo baskón está sometido desde la invasión militar de nuestro Estado, Nabarra, al ejército español y francés, detrás del que se parapetan todos los “demócratas” españoles y franceses, pacifistas de boquilla y ejemplo de la violencia del hombre sobre el hombre (“homo homine lupus”).
El caso español es mejor ejemplo actual de un pueblo imperialista o de la rapiña a que el ser humano es capaz de someter a sus congéneres. Desde sus orígenes en las montañas asturianas, el imperialismo español nunca ha parado jamás de atacar a cualquier pueblo que pudiera someter, sus presas, nunca fueron liberadas más que por su propia fuerza –autodefensa/autodeterminación- mientras su poder o fuerza fue suficiente para salir de las fauces de los voraces “conejos”, etimología hermenéutica de la voz cartaginesa “hispano-español” (http://es.wikipedia.org/wiki/Hispania). Los baskones, tras ser conquistados en diferentes etapas, estamos siendo sometidos a una presión brutal, a veces más explícita - como durante la propia conquista, las diferentes guerras forales, alzamientos uninacionales y sus posteriores dictaduras- y otras camufladas tras nombres vacíos de su ser real, me refiero, claro está, a las “elecciones democráticas”.

Para que unas elecciones fueran democráticas en nuestras tierras, se necesitaría primero que los ejércitos imperialistas saliesen de nuestras tierras, pues en caso contrario, ¿qué podríamos decidir ante semejante amenaza militar?¿se puede “pactar” con alguien armado hasta los dientes con la palabra?. Lo segundo sería la creación de un gobierno provisional nacional que coordinase esas elecciones, quienes participan y en qué condiciones, y, finalmente, participarían en esas elecciones todos los nacionales y los inmigrantes que cumplieran las condiciones marcadas por ese gobierno provisional, como en cualquier elección democrática del mundo, ¿aceptarían los españoles que los franceses pusieran sus urnas, llenaran España de sus nacionales y dijesen que es un sistema democrático en el que todos tienen derecho a votar y que luego se sometería esa voluntad a la del “conjunto de franceses”? ¿Por qué debemos de aceptarlo nosotros?

Pero de hecho lo hacemos (al menos una mayoría), aceptamos con una naturalidad pasmosa que los conejos o españoles manden en nuestra tierra y de forma “pacífica” mediante el paripé electoral, en el cual nunca se va a decidir lo verdaderamente importante: la soberanía de nuestras tierras invadidas por ellos, la soberanía han decidido ellos, por la violencia de las armas, que es española-francesa (en todos los aspectos: económicos, religiosos, deportivos, administrativos, jurídicos etc. y por supuesto, en cualquier decisión política de relevancia).

Participar en una elecciones bajo el totalitarismo imperialista, sólo es explicable desde el opio electoral, desde ese espejismo de democracia con el que se viste el totalitarismo moderno en colaboración de los escogidos “misioneros” entre los naturales, aquellos que “nos convencen”, elección tras elección y a cambio de 30 euros el voto1 (pago a cobrar del imperialismo), que lo mejor es participar, pues en caso contrario, mandarían los imperialistas, auténtico dislate de argumento para una administración “autonómica” y municipal sin poder ejecutivo real (ni siquiera leyes económicas importantes) e incapaz siquiera de ejercer el antiguo “pase foral” o “derecho de sobrecarta”, una “autonomía” concedida por el rey que eligió y puso el anterior dictador.

El opio obnubila cada 4 años a nuestro pueblo, lo debilita, lo divide en partidos y subpartidos, lo desvía del objetivo primero y único para nuestro pueblo que es LA LIBERTAD, reconduciendo todas sus energías hacia objetivos menores, secundarios, alejados del camino a tomar: lo lleva hacia diferentes administraciones españolas-francesas, hacia diferentes estatutos o leyes concedidas que como vienen se van, en definitiva: reconducen nuestras fuerzas a ayudar al gobierno español-francés a controlar el territorio y al pueblo baskón.

No es que un Estado propio garantice la libertad, pero es un estadio necesario, pues sólo un Estado nacional garantiza la supervivencia de un pueblo, es el pueblo el que ejerciendo permanentemente su poder el que garantiza su libertad frente a su gobierno, que si es un gobierno nacido del propio pueblo, es el pueblo el único culpable de que sea o no democrático, pero cuando es un gobierno aupado por un ejército extranjero, entonces, siempre será un gobierno dictador del que el pueblo sojuzgado queda eximido de culpa, pues por muy moderno que sea el totalitarismo, en esencia y en la práctica, no se separa un milímetro de una dictadura.

La exigencia de nuestro pueblo hacia nuestro gobierno, ha de ser la de no participar en un modelo de Estado que no garantice nuestro derecho de autodeterminación, es decir, que ante una agresión del pueblo o gobierno español-francés, los baskones podamos defendernos, derecho de autodefensa o autodeterminación con las medidas de fuerza que equilibren de nuevo la balanza. Mientras ese equilibrio no sea posible, participar en unas elecciones donde sólo podemos perder o administrar lo que nos dejen, es políticamente un grave error y estratégicamente imperdonable como quedará demostrado en la historia de este país si es que sobrevive, es decir, si vuelve a tener su Estado y puede escribir su propia historia sin ingerencias imperialistas. Pero, si tenemos fuerza suficiente para defendernos de los imperialistas, ¿quién quiere seguir siendo su víctima?

Una pequeña porción del pueblo español ha salido a la calle en estas elecciones a pedir “verdadera democracia”, su fuerza es tan débil y tan precaria –física e ideológicamente-, ¡que el mismo gobierno le ha pedido el voto!: ni el pueblo español entiende lo que es la democracia (le pide a su gobierno y no se lo impone), ni su gobierno entiende que está para servir al pueblo y no para pedirle su voto y luego hacer lo que quiera (300 corruptos se han vuelto a presentar en estas elecciones), ni siquiera ha habido un político que se haya molestado en incorporar las peticiones de los acampados y concentrados a sus planes de gobierno, ¿para qué?, no se sienten obligados por el pueblo español, conejil y servil como es.

Alguien preguntará entonces qué proponemos, ya lo hemos dicho, crear un gobierno de concentración nacional que sea el que imponga las elecciones previas a liberar nuestro Estado, el cual se tendrá que organizar democráticamente según el derecho pirenaico, de abajo arriba, es decir, un gobierno al servicio de la libertad de su pueblo que lo sostiene y vigila permanentemente.

1 http://www.noticiasdenavarra.com/2011/05/11/especiales/elecciones-22-m/el-voto-da-el-poder-y-dinero

Tuesday, May 3, 2011

Práctica como contrapunto (2)

Otro modelo político es posible
Alots Gezuraga, Errigoiti (Nabarra)


La fábula de “La rana hervida”: “Si tomamos una rana y la introducimos en un caldero de agua hirviendo, ésta inmediatamente saltará huyendo del peligro. Pero si ponemos la rana en agua a temperatura ambiente, y no la asustamos, se quedará tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla, hasta que podría morir hervida sin que, ni siquiera, intentara salir.
Es muy fácil reaccionar cuando las personas se enfrentan a un cambio brusco (la realidad manda, impulsa, mueve…), pero si estamos en nuestra zona de confort, es común que se toleren las molestias para no tener que enfrentar la situación incómoda de cambiar y cuando se es consciente de los cambios que se han producido alrededor y se pretende actuar, en ocasiones puede ser demasiado tarde. La mayoría de la gente está hipnotizada sin saberlo: no sabe nada de sí misma, no sabe qué debe cambiar, no sabe cómo cambiar su situación de insatisfacción e infelicidad”.

Observando la capacidad de encajar con un simple encogimiento de hombros la situación económica y política actual por la que pasa nuestro pueblo, quisiera hacer una serie de reflexiones, las cuales podrían parecer una “Utopía” como la Tomás Moro o la búsqueda de un gobierno perfecto como en “La República” de Platón, si no fuera porque son algo que, en gran medida, han sido la base de nuestra historia política más reciente y pasada.

El modelo totalitario fascista-español, se actualizó sin cambiar nada esencial, incluso los dos modelos se llamaron igual: “democracia”, el primer modelo se llamó así mismo “democracia orgánica” y el actual se puede llamar “democracia de partidos o partitocracia”; los dos están a la misma distancia de la democracia o la soberanía del pueblo y ninguno de los dos es el “mejor modelo posible”, ni mucho menos, ni siquiera es un modelo exportable, en mi opinión, a una Nabarra libre.

Los partidos políticos no sirven más que para sus logros particulares, es más, no pueden representar al pueblo frente al Estado-gobierno como debería de ser su función, pues es el Estado el que les paga. La diferencia ideológica entre partidos es más teórica que real, y, en todo caso -la mayoría de las veces-, sin aplicación práctica de esas diferencias. Además, cuando parece que las hay, como la “ley del aborto” por ejemplo, en realidad no hacen más que representar una farsa, pues al llegar al gobierno, la supuesta “oposición” no cambia esa ley.

Estas reflexiones son perfectamente aplicables a los partidos posicionados para sacar votos de las naciones colonizadas pero con igual fin: participar en las instituciones imperialistas sin recato alguno, por tanto se convierten en agentes necesarios del imperialismo, el cual los maneja a su antojo: los “ilegaliza-legaliza-legaliza parcialmente” según sus propios intereses, siendo herramientas que usan para continuar su colonización y su objetivo irrenunciable: la exterminación del pueblo colonizado, nosotros. Los imperialistas los tienen tan controlados, los manejan tan fácilmente y los tienen mentalmente tan “hervidos”, que, incluso después de ilegalizarlos, siguen participando en las elecciones españoles en nuestras tierras pidiendo el voto nulo o en blanco: con lo que legitiman el resultado, las reglas de juego que les imponen y por tanto su propia ilegalización.

Pero la cuestión de la partitocracia va más allá del imperialismo que nos toca sufrir día a día: el modelo partitocrático crea clientelismo de mucha gente hacia los partidos y de una gran parte de la economía, es campo abonado para la corrupción y la falta de democracia. Todo poder político tiende al totalitarismo si carece de un control efectivo, del mismo modo que todo gobierno tiende a la corrupción si no tiene el contrapoder del pueblo, así, cuanto más corrupción hay en un Estado, es señal de una menor democracia en el mismo (o la falta de ésta), y, al contrario, un mayor control del pueblo al gobierno, redunda en un gobierno más eficiente en resolver los problemas del conjunto de la sociedad y en un modelo verdaderamente democrático.

La sociedad Nabarra, una vez libre del imperialismo, debería de tener una impronta propia partiendo de lo que ya consiguió en los más de mil años de libertad (desde la caída del Imperio Romano Occidental hasta 1610). Una sociedad nabarra libre futura, debería de tener al menos un esquema parecido al que se describe a continuación (mejorable entre todos):

El individualismo es un elemento de gran valor, pero el ciudadano aislado y/o desunido es pasto del gobernador de turno, ¡qué más quiere un gobernante para campar a sus anchas que no tener un control efectivo por parte del pueblo!¡qué más quiere un gobierno o el mundo empresarial que tener ciudadanos desunidos o unidos en partidos políticos y sindicatos que controlan a sus anchas!.

La sindicación debe de ser obligatoria pero sin ayudas gubernamentales, su mantenimiento saldría de la propia nómina del empleado sin que haya más que un sindicato; pero, a diferencia del “sindicato vertical fascista-español” por ejemplo, éste tipo de sindicato sólo dependería de las aportaciones de los trabajadores y sería un control eficaz al empresario y al gobierno de los intereses del trabajador. Este sindicalismo carece de personal en nómina, no requiere de aparato burocrático alguno, en realidad no es más que un montón de comités de empresa, sólo cabría un servicio de asesoramiento jurídico independiente que saldría de las cuotas pagadas y a nivel nacional, con sus ramificaciones provinciales o comarcales, aunque cabrían convocatorias conjuntas de manifestaciones o paros de forma espontánea si se tuviera la necesidad. El control de las medidas que el gobierno pueda tomar que no favorezcan a los trabajadores, se harían vía referéndum como veremos. No se puede defender al trabajador si al defensor lo paga el gobierno, que es a su vez parte interesada en el conflicto, muchas veces incluso como empresario (empresas estatales donde las hubiera). No existe, hoy por hoy, una “clase obrera” como existía en el siglo XIX en la época de Marx y Engels, sino un “pueblo trabajador”.

Un peso mínimo del gobierno-Estado en la economía sería otro factor a potenciar. Este nuevo modelo económico-social (político) debe de empezar por el mismo sector público: servicio público pero gestión privada de todos de los servicios, es decir: una asignación concursal y control de cuentas y de la gestión. Sanidad pública de gestión privada, Mutuas privadas del trabajo controladas por la administración pública, contratación mediante concurso de un gabinete de arquitectos para las obras públicas que se acometan por 4 años, ikastolas concertadas pero de gestión privada o económicamente independientes (cooperativas de padres) y donde el temario que se enseñe sea el que nos interesa como sociedad -incluyendo nuestra historia que ahora no se enseña- etc.

Esto significa un gran ahorro de impuestos al ser innecesaria la gran masa funcionarial, lo que supondría un gran aumento de la productividad nacional, además de que se ganaría en democracia: la masa funcionarial es dependiente del Estado y un gran lastre democrático al estar plegado a los intereses de sus superiores y dueños: el Estado-gobierno. Una masa funcionarial tan grande como la actual es innecesaria, la función de los políticos debe de ser meramente fiscalizadora de las partidas presupuestarias asignadas mediante concurso para la gestión privada de los servicios públicos, incluida la propia administración pública, para ello no se requieren de tantos funcionarios, al contrario, es conveniente su reducción a la mínima expresión.

Pero, la diferencia más sustancial, vendría de la participación efectiva del pueblo en el poder mediante el control de todo el sistema político estatal. El modelo político debería de prescindir del viejo y totalitario modelo de partidos políticos. Los partidos políticos nabarros no cabrían en su sentido tradicional como hemos dicho. El modelo sería una actualización del derecho pirenaico, así, de cada fuego o casa saldría un voto para que cada Comunidad de Vecinos tenga un representante -al igual que se hace hoy en día-, el cual acudiría a la Comunidad de Barrio o “Auzolan” de ciudad frente al tradicional “Auzolan” o Concejo de las zonas rurales que seguirían igual que en las zonas del agro nabarro donde perviven. Ésta es la base del sistema político nabarro. Para pasar al siguiente cargo, se requeriría siempre un mínimo acreditado de 5 años en el cargo inmediatamente anterior.

Entre los representantes de los Auzolanes saldría candidatos a alcalde de cada municipio, aplicando siempre el derecho pirenaico y por 5 años, siendo los elegidos sustituidos en su puesto en el Auzolan por otros (se haría igual en los diferentes niveles políticos). Sólo cabría repetir 2 veces en cada cargo a partir de alcalde. El alcalde nombraría a 5 ediles que trabajen con él, los cuales saldrían entre los candidatos de los diferentes Auzolanes: urbanismo, administración pública y tres para otros servicios: transporte-movilidad, sanidad y cultura-educación (o similares). Como hemos dicho, toda la gestión será la adjudicación de todas las obras y de todos los servicios públicos así como su posterior control, incluidos todos los trámites de un municipio.

Los alcaldes de cada ayuntamiento se reunirían en las Merindades o Cuadrillas (en Bizkaia había históricamente seis merindades, que eran: Arratia-Bedia, Busturia, Durango, Markina, Uribe y Zorroza, pero hoy por hoy cabría hacer otras). Los presidentes de las merindades (merinos) o de las Cuadrillas, configurarían las Juntas Provinciales, siendo las provincias o tenencias en función de las demarcaciones históricas, buscando las económica y socialmente más interesantes para el país, sin tener que coincidir con las actuales -fruto de la violencia imperialista-. Un ejemplo de las provincias (antiguas tenencias) de los que hablo, podría ser en el caso de Bizkaia: las Enkartaciones en su sentido amplio –todo el territorio al Occidente del río Nervión hasta Castro Urdiales y el Valle de Mena-, Bizkaia nuclear, Duranguesado hasta Eibar y la tenencia de Aitzorrotz (Alto Deba) junto con Aramaiona; todo ello buscando un mejor funcionamiento y un acercamiento de la administración al ciudadano.

Las funciones de las Juntas Provinciales serán las históricas de las Diputaciones Provinciales Forales, menos la recaudación de impuestos, donde habría un único organismo pero con representación provincial y con una escala progresiva de impuestos: se buscaría una gran clase media-alta de ciudadanos siguiendo el modelo escandinavo. Los miembros de Hacienda sí serían funcionarios, pero serían controlados por las Diputaciones Provinciales.

El Gobierno del Estado, saldrá de una votación donde participarán todos los que cumplan las condiciones de ser nacionales según la Constitución que nos demos el día después de ser de nuevo libres. A estas elecciones es inadmisible que se presenten partidos políticos, lobbies o similares, que sólo se representan a sí mismos y son incapaces de sobrevivir sin la financiación del Estado, por tanto, incapaces de representar al pueblo. Los candidatos saldrán, en una primera votación, al menos uno por cada provincia, por tanto, con una experiencia previa en un puesto similar y anterior en el escalafón jerárquico-político, pudiendo presentar su candidatura sólo durante dos elecciones. El Consejo de ministros lo conformarán 5 de los miembros de los Juntas Provinciales a elección del Presidente del Gobierno.

Las campañas electorales son sólo para la alcaldía y el gobierno de la nación y serían financiadas con dinero público, donde participarán todos los candidatos por igual y con el mismo tiempo en los medios de comunicación durante un máximo de 10 días.

El sueldo de los políticos a partir del Alcalde, debe de ir acorde con los siguientes parámetros: un fijo bajo y un variable muy alto según proyectos cumplidos (incluidos los prometidos en campaña). Una consultoría externa emitiría un informe del patrimonio de cada cargo antes y después de cada legislatura a partir del alcalde, y otro informe sobre las desviaciones entre los presupuestos-proyectos y satisfacción general sobre ellos de la ciudadanía. Esta consultoría sería siempre extranjera y mundialmente reconocida y por sólo por 5 años para evitar clientelismos-corrupción. Cada una de las administraciones intermedias: Auzolan, Ayuntamiento, Cuadrilla-Merindad y Junta Provincial, tendrán un presupuesto para sus necesidades en función de su población corregido con su extensión.

En paralelo, una Junta de ancianos o Batzarre, haría las funciones de un “gobierno de la República”, con sus mismas atribuciones, con la vigilancia de la marcha del país en base a la “costumbre” que en nuestro caso es sinónimo de igualdad ante la ley y democracia, así como la ayuda en la buena gobernación del país desde su experiencia. Este órgano se iría constituyendo con los diferentes Jefes de Estado hasta que cumplan los 75 años, pudiendo internamente nombrar a alguien, por el interés del país, miembro del mismo (pero que luego debería de ser aprobado por el pueblo en referéndum). Su lema será el de los Infanzones nabarros: “Pro libertate Patria, gens libera state”.

Se harán referéndums vinculantes al menos 3-5 veces al año mediante los mecanismos informáticos más actualizados posibles y sobre temas que decida el Batzarre y no el Gobierno de turno, pudiendo la ciudadanía realizar referéndums reuniendo las firmas de un 5% de la población en edad de votar o propuestas para nuevos miembros del Batzarre (cabría también poner una cifra, como 100.000 firmas).

El poder judicial sería totalmente independiente del legislativo y del ejecutivo, no cabría ningún tipo de nombramiento por parte de éstos.

Todo poder político se basa en el poder militar. Un Estado como el español, donde la soberanía descansa en el ejército (art. 8 de su Constitución), el cual responde a su vez ante el jefe de Estado, por definición, es imposible considerarlo una democracia o soberanía del pueblo. Quien controla el ejército es el soberano de un Estado o el que tiene “la última palabra”, por tanto el pueblo debe de controlar su ejército en una democracia.

Pensar que cuando consigamos la libertad los imperialistas no van a intentar invadirnos de nuevo, no es realista y va contra su propia naturaleza depredadora. Un ejército profesional en nuestro caso tiene dos problemas importantes: es demasiado caro si lo mantenemos en un número suficiente de efectivos para hacer frente al imperialismo (España tiene 130.00 soldados profesionales, Francia aún más) y si el pueblo no controla su ejército, éste puede volverse un arma del gobierno contra la voluntad del pueblo (una dictadura). Por tanto, un modelo con un pequeño ejército profesional económicamente sostenible por nuestro país, debe de estar acompañado de un pueblo armado como estuvimos siempre cuando se aplicaba el derecho pirenaico, un modelo como el que tiene actualmente Suiza, por ejemplo. La única insumisión que un nabarro puede y debe practicar es: al imperialismo.

Este modelo es extensible a todos los Estados baskones invadidos o libres en una “República de Estados pirenaicos libres”, todos ellos de base baskona y nabarra, a saber: Nabarra hasta Atapuerca, Bearn, Gascuña, Aragón y Andorra, los cuales pueden formar una República federal de países pirenaicos libremente adheridos, por tanto, rompible en cualquier momento y unilateralmente.

Todo lo aquí relatado, no es más que un intento de actualizar el modelo que ha existido en nuestro país durante los siglos que fuimos libres y después mientras pudimos defenderlo frente al modelo partitocrático-totalitario que nos impusieron los imperialistas franceses tras su revolución (s. XVII) y los españoles tras las sucesivas derrotas forales en el siglo XIX (salvo durante las diferentes dictaduras) y en el que nos van “hirviendo como a ranas”, es por tanto un modelo mejorable entre todos, pero es, ante todo, un modelo democrático para que el pueblo sea libre, incluso después de conseguir liberar nuestro Estado del yugo imperialista.